Sociedad de amigos del árbol Este Boletín, Informativo y Cultural, modesto en su forma, persigue hacer reflexionar acerca de todas aquellas acciones negativas que están atentando contra la integridad de MI AMIGO, EL ARBOL.

Sociedad

De amigos del arbol

Así expresaba parte de la editorial, de un sencillo conjunto de hojas mimeografiadas, y publicadas en forma de boletín, para ser repartido en bibliotecas y establecimientos educacionales de la ciudad de Puerto Montt. Era el año 1988, y el 24 de mayo, se había constituido en la Biblioteca Dr. Matías Yuraszeck, la denominada Sociedad “Amigos del Arbol”, cuyo primer presidente fue don Bernardo Quintana Mansilla. Transcurrido un año, la organización contaba con 106 socios.

El fin primormilar que la animaba era propender a formar en la conciencia de los habitantes de Puerto Montt, un espíritu de amor y de conservación por los árboles y demás especies vegetales. La institución nació motivada por las actividades de una organización similar existente en Temuco y por la preocupación ciudadana de entonces ante la “destrucción indiscriminada de los bosques nativos de la región”. Era la época del “chips” o “astillas”, en que millones de toneladas de bosque molido era exportado a Japón. Los árboles se convertían en “metro ruma” y transportados por camiones hacia las empresas astilladoras. Las astillas se acumulaban en forma de montañas en los puertos sureños, entre ellos el nuestro, para luego iniciar viaje al mercado nipón. El doctor Bernardo Quintana interpretaba la inquietud de gran parte de los puertomontinos, al señalar en uno de los boletines de la institución: “Nos llama la atención como Japón, país tan amante y respetuoso de la ecología en su propia tierra, no demuestra sensibilidad similar con nuestros bosques nativos, tan apreciados por su variedad, su belleza y calidad”.

Marcial Cárdenas Vidal, presidente de la organización en 1989, manifestaba en una charla a las alumnas del Liceo de Niñas: “… todo país o región, depende en gran medida de los recursos que nos proporciona la tierra para el sustento de la población. Si estos recursos naturales son aprovechados en forma inteligente, constituyen la riqueza de un país, la base de su prosperidad y supervivencia, pero si por el contrario, son mal aprovechados y si su uso implica su agotamiento innecesario, disminuyen las posibilidades de bienestar físico, económico, moral y espiritual de sus habitantes”.

Biblioteca Pública Dr. Matías Yuraszeck

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